Un cuento de terror inventado: ¡Pesadilla Nunca Antes Contada!

Introducción

¡Atención, lectores! Las palabras escritas en este artículo no han sido plasmadas sin cuidado, pues con cada frase surge un cuento de terror inventado con el poder de erizar la piel y alterar la mente. Entonces, estimado lector, si sus nervios son débiles y la luz baja es su enemiga, será mejor no continuar en este viaje. Por el contrario, si su curiosidad está sedienta de emociones fuertes y escalofríos, prosiga indagando en esta pesadilla nunca antes contada.

El regreso al pueblo

Luego de arduos años de estudio en el extranjero, Juan regresó a su viejo pueblo en pos de recuperarse en la paz y serenidad del lugar. Llegó un viernes nublado en el otoño, y faltaba poco antes de la medianoche. La ínfima estación de trenes anunciaba la bienvenida a los escasos pasajeros.

Juan descargó su pesado equipaje y sus recuerdos de infancia empaquetados entre las maletas. Pasos lentos lo condujeron hacia la añosa casa familiar abandonada durante su lejanía. Con gran disgusto, tropezó con un viejo reloj; un presagio que le informó que lo acontecimientos que se aproximaban no serían amigables.

Un cuento de terror inventado: el inicio de la pesadilla

La casa familiar estaba ubicada al final de una calle solitaria. Los árboles susurraban secretos tácitos a través del viento y la luna vagaba en un mar tenebroso. Cuando Juan cruzó el umbral de su antiguo hogar, un escalofrío descendió por su espalda. Una pesadez invade la habitación, como si los demonios del pasado yacían aguardando con desdicha.

La siguiente mañana trajo consigo extraños relatos. Los vecinos murmuraban historias de seres que revoloteaban en la casa; algunos eran fantasmas, otros, demonios. Sin embargo, Juan se aferró a la lógica, insistiendo que todo un cuento de terror inventado podría espantar a un hombre de estudio.

Sucesos inexplicables

Después de varios días de habituar el cálido pueblo, extraños acontecimientos comenzaron a ocurrir. La atmósfera adoptó una densidad dun cannote, el silencio era interrumpido por ilusorias risas de niños y el aire mismo se encargó de transmitir susurros oscuros.

No obstante, Juan no dejó que el miedo lo dominara. Optó por desestimar y racionalizar las ocurrencias. Hasta que un par de semanas más tarde, todo cambió. Un anciano desconocido llegó a su puerta y le exigió que abandonara la casa. Sin dar explicaciones, juró que quedaría en prisión eterna si se le negaba la advertencia.

La pesadilla gana la batalla

El consejo no fue atendido y los sucesos paranormales crecieron en intensidad. La desesperación embargó a Juan, quien no podía encontrar la salida del laberinto que se había convertido su vida. La casa, antes refugio en sus sueños, se había transfigurado en un monstruo con los más aterradores cuentos de su infancia amalgamados.

En las últimas horas de la luna llena, Juan escuchó las risas de niños fuera de su ventana. Aunque luchó por desviar su atención, un poder inexplicable lo llevó a moverse hacia las pisadas. Salió y lo que encontró lo petrificó. Los niños rieron, burlándose de él como si fueran algo retorcido y demoníaco.

El final del cuento sin contar

Juan desapareció sin dejar rastro. Tras una búsqueda incesante, el pueblo se deshizo de la esperanza. La casa maldita fue demolida y, por un tiempo, los cuentos sobrenaturales se deshicieron en tinta seca. Pero el eco de su historia sobre un cuento de terror inventado nunca decayó por completo, existe la inquietud de una pesadilla nunca antes contada que aguarda ser desenterrada.